Los síntomas son similares a los producidos por los alimentos:
 
Cutáneos: erupciones en la piel, hinchazón en la lengua, labios y/o párpados… En caso de los medicamentos, también pueden producir reacciones tardías potencialmente graves, como el síndrome de Stevens-Johnson, síndrome de DRESS, necrolisis epidérmica tóxica, etc.
 
Digestivos: diarrea, vómitos, dolor abdominal tipo cólico…
 
Respiratorios: estornudos, congestión nasal, dificultad respiratoria, sensación de cierre glótico…
 
Anafilaxia: en los casos más graves, puede producirse una reacción alérgica potencialmente mortal, que involucra a varios sistemas de nuestro organismo, siendo necesaria la administración urgente e inmediata de fármacos.
 

En caso de confirmar la alergia o en aquellas ocasiones en los que el balance riesgo/beneficio sea escaso, se entregan indicaciones para la evitación del medicamento implicado, así como de otros posibles fármacos estructuralmente relacionados que pudieran producir una reacción por reactividad cruzada.
 
Además, en aquellos casos en los que se cumplan determinadas condiciones y no exista una alternativa terapéutica eficaz, se puede realizar una desensibilización frente al fármaco en cuestión. La desensibilización es una técnica que permite al paciente tolerar de forma temporal el fármaco que le produce alergia, de cara a beneficiarse de su uso durante el tiempo que lo precise.