* El término “artritis” significa inflamación de las articulaciones y no debe confundirse con dolor en las articulaciones por otro motivo que no sea la inflamación, como sucede por ejemplo en la artrosis.
En los tiempos antiguos de la Medicina, la artritis se consideraba como una única enfermedad contra la cual “poco se podía hacer”, salvo aconsejar la toma de Colchicina o derivados de la corteza del sauce, y esperar. A pesar de ser una enfermedad grave, en la actualidad sigue siendo una patología desconocida para la población general y muchas veces se confunde con otras enfermedades reumáticas.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad reumática crónica que se caracteriza por la afectación de las articulaciones periféricas (manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas). En las que se produce dolor, hinchazón secundaria a la inflamación de la membrana sinovial y rigidez sobre todo por la mañana o después de periodos prolongados de reposo.
Además de dañar las articulaciones y los tejidos circundantes (tendones y músculos) que puede provocar una disminución de la movilidad y de la función articular, la inflamación crónica puede afectar a otros órganos como el corazón, el pulmón o el riñón. Es por esto que la artritis reumatoide se considera una enfermedad sistémica (o lo que es lo mismo, generalizada). Además, si la inflamación es elevada y mantenida, puede provocar fiebre, cansancio, astenia, pérdida de peso y pérdida de apetito.
El diagnóstico de la artritis reumatoide se basa en el juicio o criterio clínico del facultativo, puesto que aún no se cuenta con una prueba que establezca con certeza el padecimiento de la enfermedad. Es importante controlar los brotes y mantener la enfermedad controlada para evitar las posibles complicaciones. Actualmente gracias al diagnóstico precoz y a la existencia de nuevos tratamientos, la mayoría de los pacientes consiguen tener la enfermedad controlada desde etapas más tempranas y mantener así su calidad de vida.
Según el estudio EPISER sobre prevalencia e impacto de las enfermedades reumáticas, realizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER), se estima que en España más de 200.000 personas padecen artritis reumatoide y cada año se diagnostican en torno a 20.000 casos nuevos, dato muy importante si tenemos en cuenta que la artritis reumatoide es la más incapacitante de las enfermedades reumáticas.
No existe cura para la artritis reumatoide. Sin embargo, según descubrimientos recientes, es más probable que haya una remisión de los síntomas cuando el tratamiento se inicia precozmente e incluye medicamentos fuertes conocidos como «fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad».
Hasta hace poco, los tratamientos de la artritis reumatoide estaban únicamente dirigidos a reducir el dolor y paliar los síntomas de la enfermedad, sin embargo, la existencia de terapias innovadoras y muy efectivas ha hecho que, ahora mismo, sea posible hablar del control de la enfermedad. De hecho, la remisión o ausencia completa de cualquier signo o síntoma de la enfermedad se ha convertido en un objetivo realista del tratamiento, especialmente desde la aparición de las nuevas terapias biológicas dirigidas a combatir la causa de la enfermedad.
El arsenal terapéutico actual para el tratamiento de la Artritis Reumatoide ha evolucionado a lo largo de los últimos años, sobre todo en la última década. Tradicionalmente, se tendía a distinguir entre dos grandes grupos de tratamientos: Fármacos analgésicos y antiinflamatorios y FAMES.
● Fármacos Analgésicos y Antiinflamatorios.
En este grupo están incluidos los fármacos dirigidos a aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo: entre ellos están los AINEs (antiinflamatorios no esteroideos) y los Glucocorticoides, ambos grupos son útiles para disminuir la inflamación y sobrellevar el dolor diario, pero no contribuyen a modificar la evolución de la enfermedad a largo plazo.
● FAMEs.
Los FAMEs son Fármacos Modificadores de la Enfermedad. El tratamiento con este grupo de medicamentos no sólo mejora los síntomas sino que también puede frenar la progresión clínica de la Artritis Reumatoide, haciendo que la actividad de la enfermedad a largo plazo sea menor. El fármaco más utilizado dentro de esta categoría es el Metotrexato (MTX).
Las terapias biológicas han supuesto un gran avance en el manejo clínico de la Artritis Reumatoide. Son fármacos producidos a partir de células y que actúan a nivel del sistema inmunológico limitando la inflamación, reduciendo así los signos y síntomas, y retrasando la progresión de la enfermedad.
Frecuentemente, las Terapias Biológicas son prescritas en combinación con otros Fármacos Modificadores de la Enfermedad (FAMEs). Actualmente, se prescribe uno u otro tipo de fármacos biológicos, atendiendo a las características clínicas de los enfermos.
¿Cómo se administran los medicamentos biológicos y biosimilares?
Estos medicamentos no se toman vía oral. Dependiente del fármaco, se administran mediante una inyección subcutánea o bien por vía endovenosa, es decir, directamente por vena. En el caso de la administración subcutánea, el paciente suele administrarse la medicación él mismo en casa, mientras que en el caso del tratamiento endovenoso se requiere que el paciente pase unas horas en el hospital para su administración.
* Consúltanos. La artritis reumatoide puede ser controlada y manejada a tiempo si ante los primeros síntomas, se realiza una consulta con el médico reumatólogo, quien indicará un tratamiento acorde a cada paciente para llevar una vida satisfactoria y plena.
Fuentes: Fundación Española de Reumatología / Conartritis.org- asociación de pacientes / Mayo Clinic / Roche pacientes
marzo 20, 2019
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