La incontinencia urinaria consiste en la pérdida involuntaria de orina. El afectado o afectada, como Diana, tiene una necesidad imperiosa y repentina de orinar pero es incapaz de retener la orina.
Los escapes pueden producirse al estornudar, reír, realizar algún esfuerzo o ejercicio físico. Diana está afectada porque le supone un problema higiénico, social y psíquico, que influye en su actividad cotidiana y reduce su calidad de vida.
En ocasiones es una enfermedad en sí misma, pero en muchas otras es un síntoma asociado a diferentes enfermedades. Se estima que éste es un problema que sufren en mayor o menor medida entre un 10 y un 30% de las personas mayores de 65 años, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Estas son las causas más frecuentes:
• Incontinencia de urgencia: la pérdida involuntaria de orina se produce inmediatamente después de haber tenido unas ganas incontenibles de orinar.
• Incontinencia de esfuerzo: la pérdida de orina se produce como consecuencia de un esfuerzo abdominal, como el que se produce al toser, al reír, al levantarse, al estornudar, etc.
• Incontinencia mixta: se dan simultáneamente las dos situaciones anteriores.
• Incontinencia sin percepción del deseo de orinar: es frecuente en personas enfermas y muy mayores. No perciben que tienen ganas de orinar y por tanto no controlan el esfínter. Puede asociarse a enfermedades neurológicas.
Es fundamental que la persona esté correctamente informada de las las posibilidades terapéuticas existentes. Antes que nada, hay que conocer las preferencias de la mujer, el tipo de vida que realiza y sus circunstancias personales. La mejoría de la calidad de vida de una mujer mayor con incontinencia urinaria puede producirse sólo con una disminución de la gravedad de los síntomas, ya que la continencia total es, a menudo, imposible, pero es importante tener claro que siempre puede hacerse algo, la mujer juega un papel decisivo en la aplicación de las posibles soluciones y tiene que querer tomar parte activa en el proceso.
En un primer momento se realizará un auto entrenamiento: hábitos, rutina para evacuar, intervalos intermiccionales más o menos cortos, control de horarios para la ingestión de líquidos y medicamentos, etc. Otra serie de medidas las prescribirá el profesional de acuerdo con cada situación. Básicamente existen 3 tipos de tratamiento para este problema según el tipo de enfermedad:
• La rehabilitación de los músculos del suelo de la pelvis, es decir, la práctica regular de ejercicios de contracción activa de los músculos del suelo de la pelvis.
• Los medicamentos.
• Tratamiento quirúrgico, que es el tratamiento de elección para la Incontinencia de esfuerzo grave o para aquella que no ha respondido al tratamiento conservador.
• La incontinencia urinaria no debe considerarse como algo inevitable y propio del envejecimiento. Las causas pueden ser muy diferentes y es posible que sea el síntoma de una enfermedad subyacente, por lo que es esencial consultar siempre con el médico.
• La vergüenza es el peor obstáculo para encontrar el remedio a este problema.
• La ingesta de bebidas y productos diuréticos aumentan la producción de orina, por ej, los cítricos, el zumo de tomate, té o café, chocolate, y refrescos.
• La vejiga se debe vaciar como mínimo cada 4 horas, ya que durante ese tiempo alcanza su capacidad máxima de almacenamiento.
• La población femenina es la que más riesgo tiene de desarrollar este problema; no obstante, eso no quiere decir que los hombres estén exentos de padecerla. Su desarrollo puede darse por daños en la vejiga o ciertas condiciones de la próstata y, de hecho, es común en pacientes estresados o con problemas de diabetes.
octubre 15, 2018
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