«Hace un año que el Dr. López Alcázar me intervino quirúrgicamente», I.M.B.D.
Me llamo Isabel. Hoy hace un año que el Dr. López Alcázar me intervino quirúrgicamente (…). Justo antes de operarme, tenía una escoliosis idiopática dorso-lumbar severa de 78º y 44º en la Clasificación de Lenke: 3B-.
Me diagnosticaron inicialmente, con 14 años, una escoliosis de 53º y 32º, y desde el primer momento me propusieron la intervención quirúrgica. Mi madre siempre tuvo mucho miedo de “la operación”, por si me quedaba parapléjica o moría, hablando claro. Ese miedo me lo trasladó a mí y me acompañó desde aquel momento hasta después de despertar de la operación y entender que al fin, había atravesado ese asunto pendiente de resolver: atreverme a dejar en manos de la ciencia médica mi espalda para que corrigiesen mi escoliosis.
Desde los 14 a los 41 años que tenía cuando me operé, me mantuve relativamente bien, gracias a sacrificarme bastante para pasar lo mejor posible mi día a día.
Con 15 años comenzaron los tratamientos ortopédicos: el primero de ellos fue un “corsé de yeso”, que llevé durante 5,5 meses; luego, 3 corsés ortopédicos, que llevé hasta los 18 años.
A partir de aquí, iba a nadar muy frecuentemente, hacía tablas de ejercicios específicos para mi escoliosis y acudía a clínicas de fisioterapia esporádicamente para aliviar el dolor cuando apretaba. Durante todo este tiempo viví bastante preocupada por solucionar el asunto de mi escoliosis; yo no dejaba de hacer cosas para estar bien, pero mi escoliosis continuaba aumentando, y mi edad también. Fui a muchos médicos y siempre me recomendaron que, cuanto antes me operase, mejor.
Cuando tuve 35 años, acudí por primera vez a la consulta del Dr. López Alcázar, que me recomendó hacer ejercicios de natación, no realizar esfuerzos ni coger peso, evitar períodos prolongados en bipedestación y, en general, no hacer aquellas actividades que incrementasen el dolor. En posteriores revisiones, me preguntaba por el dolor y hablábamos sobre la alternativa de que me operara. Yo tenía mucho miedo. Pensaba que no me encontraba preparada psico-emocionalmente para afrontar la intervención quirúrgica, y que mis circunstancias económicas no eran buenas para afrontar posibles gastos derivados de cuidados especiales, si los necesitara porque no fuese bien la operación.
En mi última consulta con él, antes de operarme -aquella en la que tomé la decisión de hacerlo-, tras preguntarme por el dolor y verificarle que cada vez me dolía más, me aclaró que con la operación en general se mejoraría todo, y que, cuanta más curva tuviese, más difícil sería que mi espalda quedara recta. Me preguntó por mi edad, y yo le confirmé que tenía 40 años. Entonces me explicó que con 40 años tenía que decidir si me operaba, pues con 90 o 100 grados y con 50 años no me iban a operar. El riesgo sería mayor y no merecía la pena. Inmediatamente me dijo: “Ahora estás en el momento de decidir: si te operas o no”. Tras esta recomendación, yo le pregunté varias cosas: la primera fue por los riesgos que conllevaba operarme. Dijo que estaba en una fase muy asumible y me mostró un caso que había operado el día anterior, una mujer con 41 años que se había quedado muy bien. Me informó de que en los últimos 10 años nunca ha pasado nada, pero que el riesgo existía. Él me recomendaba que me operase ya que tendría menos dolor con 60 años en caso de hacerlo, la escoliosis no seguiría aumentando, iba a crecer… Me explicó que una persona con 70 años tiene mucha menos musculatura y los músculos cada vez tienen menos fuerza para sujetar la columna, y que a partir de 75 años la evolución de la curva sería mucho mayor. También dijo que probablemente al mes de estar operada apenas tendría dolor. Después hablamos sobre cómo afectaría el estar operada en el desempeño de las actividades de mi vida diaria, sobre cómo sería la intervención y la recuperación posterior y sobre qué cosas podría hacer yo por mi parte para llegar lo mejor posible a la operación. Me explicó todo lo que yo necesitaba saber en ese momento tan bien, y me dio tanta confianza que, cuando terminé de hacerle preguntas y él de resolvérmelas, le dije: “Me dejo en tus manos”, y él contestó: “Va a ir bien”. Finalmente, rellenamos el papeleo y comenzó la preparación de mi intervención quirúrgica.
La operación salió genial. (…)
Hoy, un año después de operarme, puedo asegurar que fue la decisión más importante, oportuna y acertada en mi vida. Me siento más feliz y tranquila que nunca y recomendaría a otras personas como yo, con una escoliosis tan acusada, que se operasen y continúen disfrutando de la vida, sin dolor y sin la incertidumbre de qué pasará si me opero o no.
I.M.B.D.
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