Entre lo humano y lo divino

Cuando en la vida llegan las grandes batallas, hay gente que se aferra a lo divino. Yo soy más de lo humano, de los genios terrenales. De los que dedican sus esfuerzos y su tiempo a salvar vidas. Y en mi caso tengo claro que hay uno en especial que me ha salvado la vida en dos ocasiones: y ese es usted.

Y si dicen que Dios nos da la vida ¿cómo denominamos a quien a mí me ha salvado la vida en dos ocasiones? No sé si hay una palabra que lo defina o que sirva para darle las gracias por brindarme la posibilidad de seguir en este mundo, de disfrutar de las pequeñas y grandes cosas del día a día, de ver crecer a mi hija, de estar con los que me quieren, de viajar, trabajar…

No, definitivamente no hay palabras para eso. Todas se quedan cortas.

Pero el agradecimiento es ENORRRRMEEE: porque gracias a usted sigo viva y ese regalo no tiene precio. Sé que aún tengo un largo camino por delante de revisiones, controles, de sentirte siempre en la cuerda floja, pero de su mano todo es más fácil.

Gracias por dedicar su vida a tratar de ganar la batalla al cáncer, por su profesionalidad, por su exquisito trato humano y su gran capacidad para transmitir tranquilidad. Personas como usted hacen que el mundo sea un poco mejor, nos devuelven la confianza en el ser humano.

Me siento realmente afortunada por tener la suerte de tenerle como oncólogo.

Y entre lo terrenal y lo divino, como muestra de mi agradecimiento infinito, le traemos estos vinos, terrenales pero divinos, que hemos elegido con mucho cariño. Esperamos que los disfrute con los que le quieren y formen parte de momentos felices, porque si algo he aprendido del maldito cáncer, es que la vida se compone de pequeños ratitos de felicidad que hay que exprimir y saborear al máximo, porque son los que nos cargan las pilas y nos ayudan a sobrellevar los no tan felices.

¡¡¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS DR. CORTÉS!!!

Con mucho cariño:

I.O.Z.