La música nos rodea e inunda, nos hace emocionarnos, nos hace viajar en el tiempo, nos da fuerzas o nos llena en momentos de paz. La música se encuentra en cualquier parte, en cada sonido, en cada ritmo y en cada voz, pero, ¿qué le ocurre realmente a nuestro cerebro cuando escuchamos una melodía?
En este nuestro segundo post sobre las principales acciones de la música sobre nuestro cerebro, te relatamos otras 4 acciones adicionales a las que expusimos en el primer post sobre #música y cerebro.
Con la música conseguimos activar los dos hemisferios del cerebro y crear más conexiones entre ellos. El hemisferio izquierdo se encarga de la parte más lógica, el razonamiento, los números, el lenguaje etc. Por otro lado, el hemisferio derecho gestiona las funciones más intuitivas, imaginativas y creativas.
¿Qué ocurre cuando escuchamos música? La parte derecha de nuestro cerebro nos hará imaginar y dejar volar nuestras emociones y la parte izquierda se activará analizando las obras y haciendo hincapié en la parte más racional, como por ejemplo el sentido de la letra, figuras musicales, ritmos…
La música induce estados emocionales al facilitar cambios en la distribución de sustancias químicas que puede inducir estados de ánimo positivos y aumento de la excitación, lo que a su vez puede ayudar a la rehabilitación.
La musicoterapia, a través de la utilización clínica de la música, busca activar procesos fisiológicos y emocionales que permiten estimular funciones disminuidas o deterioradas y realzar tratamientos convencionales. Se han observado importantes resultados en pacientes con trastornos del movimiento, dificultad en el habla producto de un accidente cerebrovascular, demencias, trastornos neurológicos y en niños con capacidades especiales, entre otros.
Un estudio realizado con pacientes con Ictus mostró mejorías en la atención visual mientras escuchaban música clásica.
Usaron como variables de control, sonidos neutros y el silencio para comparar los resultados y al igual que con los jóvenes conductores el silencio resulto ser la peor opción obteniendo los puntajes más bajos.
O al menos puede ayudar a enfrentar el estrés y la ansiedad asociados al estar sometido a un tratamiento de una enfermedad cardíaca coronaria.
Una revisión de 23 estudios que implican a casi 1500 pacientes encontró que escuchar música reduce la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la ansiedad en pacientes con enfermedades cardíacas.
Hay registros desde 1911, un investigador estadounidense, Leonard Ayres, encontró que los ciclistas pedalean más rápido mientras escuchan música que en silencio. La explicación puede deberse a que mientras escuchamos música nuestro cerebro cambia su foco de atención y lo aleja de la sensación de fatiga y dolor.
A medida que nuestro cuerpo se da cuenta de que está cansado y quiere parar de realizar ejercicio, envía señales al cerebro para que descanse, escuchar música compite con estas señales y ayuda a continuar con la actividad física, aunque esto se da sobre todo cuando el ejercicio se realiza de forma moderada y no es tan efectivo con el ejercicio de alta competitividad.
Otro estudio revelo que los ciclistas que escuchaban música requerían un 7% menos de oxígeno que los que hacían la misma actividad en silencio.
La música es física y anima a la gente a moverse con el ritmo. Cuanto más destacado es el ritmo, más radical y contundente el movimiento del cuerpo. El ejercicio físico puede ayudar a mejorar la circulación, a proteger el cerebro y facilitar la función motora. Así que de la misma manera que el ejercicio nos hace más felices y saludables, no es sorprendente que la música añada un toque de éxito a todas nuestras actividades.
Por si los beneficios cerebrales fueran pocos, escuchar nuestra canción favorita libera endorfinas, aumentando las sensaciones positivas y haciéndonos sentir relajados. ¿Necesitas alguna otra razón para empezar a entrenar tu oído?
Fuentes: actualidadespsocologia.com/ Neuroscience Psychological science/ l Instituto de Neurociencias Cognitivas (INECO)
octubre 7, 2019
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