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Oncología. #Alimentación y Cáncer (I)

Alimentos y Cáncer

 
 

Mitos y creencias sobre la alimentación durante el tratamiento del cáncer.

 

Muchas personas diagnosticadas de cáncer buscan información adicional sobre los aspectos alimentarios que podrían modificar para combatir la enfermedad. Investigan los productos, las cocciones, los utensilios o los hábitos que podrían ser perjudiciales o que podrían tener un efecto mágico o milagroso en el organismo. Pasan mucho tiempo recopilando información de páginas web, libros o revistas -no siempre avalados científicamente- o siguen consejos de amigos o familiares que han oído o leído sobre el tema.

 

Esto puede generar una sobreinformación e incluso una cierta sensación de angustia en las personas que sufren la enfermedad, porque no saben realmente lo que es cierto y lo que no. En algunos casos, incluso, los pacientes terminan por eliminar de la dieta alimentos imprescindibles para afrontar la enfermedad o, al contrario, añaden algunos alimentos, hierbas o suplementos que pueden ser perjudiciales o que, simplemente, incrementan el coste de la alimentación sin ninguna evidencia real de su eficacia. Lo que es cierto es que “No existe ningún ingrediente ni producto dietético que por sí solo cure el cáncer”, declaran desde la Unidad de Oncología de HC.

 

Como este tema nos parece tan relevante y los pacientes y sus familiares tienen tantas dudas, vamos a desarrollar 3 posts para tratar los siguientes aspectos.

 

1. Alimentos que se suelen eliminar de la dieta durante el tratamiento del cáncer en base a mitos o creencias.

 

2. Mitos sobre utensilios y cocciones que se utilizan durante el tratamiento del cáncer.

 

3. Creencias sobre el efecto curativo o beneficioso de algunos alimentos sobre el cáncer

 

1. Alimentos que se suelen eliminar de la dieta durante el tratamiento del cáncer en base a mitos o creencias.

 
 

La carne roja.

 

Este es uno de los alimentos más mitificados en el tratamiento del cáncer. Posiblemente, el origen de su “mala fama” radica en la conclusión de diferentes estudios científicos en los que se relaciona un elevado consumo de carne roja -o sus derivados procesados- con un aumento del riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer, especialmente el colorrectal. Así pues, en base a esta evidencia científica, la información se ha ido modificando hasta llegar a la falsa conclusión de que el consumo de carne roja es malo para las personas que tienen cáncer..

 

La carne, y por extensión la carne roja, es una excelente fuente de proteínas de alta calidad, minerales como el cinc y el hierro (imprescindible para el buen transporte de oxígeno celular y el buen mantenimiento de las defensas, que acostumbran a disminuir a causa del tratamiento), y vitaminas del grupo B y la vitamina K. Es importante que, durante el tratamiento, el organismo se encuentre correctamente nutrido, puesto que es muy fácil desarrollar algunas carencias nutricionales. Asimismo, una buena nutrición facilitará que la recuperación del organismo de la persona afectada sea más rápida y efectiva.

 

Conclusión: No hay que eliminar la carne ni tampoco la carne roja de la alimentación, sino que esta puede formar parte de cualquier alimentación equilibrada. Es más, comer carne durante el tratamiento y la recuperación posterior resulta beneficiosa y necesaria, ya que los alimentos ricos en proteínas, como la carne, el pescado y los huevos, son básicos para reparar y regenerar los tejidos. Aun así, el consumo de carne roja es opcional, puesto que podemos obtener sus nutrientes siguiendo una alimentación suficiente y variada que incluya carnes magras (pollo, pavo, conejo, magro de cerdo), pescado y marisco y/o huevos.

 
 

Los productos lácteos.

 

El origen de esta creencia pudo ocasionarse en la falsa relación entre el cáncer de mama y el tipo de grasa que contienen los derivados de la leche. A la grasa de estos productos, mayoritariamente saturada, siempre se le ha otorgado una mala reputación, pero también debe estar presente en una dieta equilibrada en cantidades moderadas pues desempeñan funciones biológicas específicas e imprescindibles. La evidencia científica actual indica que el consumo adecuado de productos lácteos no está asociado a un mayor riesgo de desarrollar ningún tipo de cáncer, ni hay constancia de que su ingesta tenga efectos negativos durante el tratamiento del cáncer. Al contrario. En recientes estudios se ha observado que ciertos componentes de la leche, como el calcio, la vitamina D y la lactoferrina, podrían tener un efecto anticancerígeno y disminuir el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer (como el de mama y el de intestino). No obstante, se precisan más estudios en humanos para confirmarlo y llegar a un consenso y unas recomendaciones específicas.

 

Conclusión: Durante el tratamiento de cualquier tipo de cáncer la recomendación de los expertos es seguir una alimentación saludable y equilibrada. Esta incluye el consumo diario de lácteos por los nutrientes que aportan (proteínas, vitaminas y minerales). Además, los lácteos fermentados, como los yogures, contribuyen al buen funcionamiento del tracto intestinal.

 

Durante el tratamiento del cáncer de mama, y también en los casos en que haya que controlar el peso o exista un aumento de peso, se aconseja consumir lácteos bajos en grasa, preferiblemente las opciones desnatadas y principalmente los frescos. En conclusión, a no ser que el oncólogo o el dietista-nutricionista indiquen lo contrario, no se deberían eliminar los lácteos de la alimentación.

 
 

El azúcar.

 

El origen del mito podría ser la evidencia científica que relaciona las dietas que incluyen un alto contenido en azúcar y carbohidratos refinados con la obesidad y el sobrepeso, y que, junto con un estilo de vida sedentario, son factores de riesgo para desarrollar un cáncer. Hasta ahora no existe ningún estudio científico concluyente en seres humanos que confirme que el azúcar (la sacarosa) alimenta las células cancerosas.

 

La glucosa (la unidad básica de la sacarosa) es esencial para muchas células del cuerpo y necesaria para obtener energía y mantener los órganos en funcionamiento. Si eliminamos completamente este nutriente de la dieta, podríamos causar carencias nutricionales y daño celular al organismo, porque haríamos que este utilizara las proteínas para obtener energía, aumentaríamos la pérdida de masa muscular y causaríamos una posible desnutrición.

 

Conclusión: no hay que privarse totalmente de alimentos dulces si se tiene cáncer, aunque hay que consumirlos de forma moderada y ocasional, recomendación extensible también al resto de la población.

 
 

El pescado azul.

 

En los últimos tiempos ha surgido un gran debate sobre el mercurio que contiene el pescado azul y los riesgos que comporta para la salud comerlo. Algunas fuentes abogan por el efecto negativo que tiene consumirlo durante el tratamiento del cáncer y, por lo tanto, promueven su exclusión total de la alimentación.

 

Según la EPA (Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos), no hay ningún dato que indique que la exposición al mercurio (inorgánico u orgánico) a través de los alimentos pueda aumentar el riesgo de tener cáncer. Tampoco existe ningún estudio científico que indique que el consumo moderado de pescado azul pueda interferir durante el tratamiento del cáncer.

 

Conclusión: El pescado tiene que estar presente de forma habitual en la alimentación de las personas en tratamiento de cáncer por sus múltiples beneficios. Se recomienda a todo el mundo consumir pescado de tres a cuatro veces por semana, siendo una o dos pescados azules (sardinas, caballa, boquerones o anchoas, salmón…).

 
 

Los edulcorantes artificiales.

 

Durante las últimas décadas, ha habido varias afirmaciones sobre estos edulcorantes asociadas a diferentes efectos adversos sobre la salud. Algunos medios de comunicación se han hecho eco de informes anecdóticos o publicaciones científicas extrayendo detalles sin contextualizar, que han podido generar incertidumbre con respecto a la seguridad de los edulcorantes.

 

Una de las acusaciones más recurrentes se refiere a una posible relación con el cáncer. Actualmente no existe ninguna evidencia clara que indique que los edulcorantes artificiales disponibles en el mercado estén asociados con el riesgo de desarrollar cáncer en seres humanos o que tengan un efecto negativo en las personas ya en tratamiento.

 

Conclusión: Siempre y cuando el especialista no indique lo contrario, las personas en tratamiento de cáncer pueden consumir edulcorantes o alimentos que los contengan con tranquilidad, dentro de una alimentación variada y equilibrada y en cantidades moderadas.

 
 

Alimentos y cáncer 2

 
 

Si te han diagnosticado de cáncer ¡forma equipo con tu médico!

 

Lo importante, ante la duda, es consultar con tu médico. Debe preguntar y establecer una relación de confianza. Nuestros equipos de oncología de HC Marbella, desde las enfermeras hasta los oncólogos y cirujanos pueden aclararte cualquier tipo de duda, por extraña que te parezca. No tengas miedo a preguntar. No te quedes con dudas.

 

 

marzo 1, 2018

 

 

 

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