Tratamos hoy un tercer aspecto lleno de falsas creencias, y es que, al igual que en algunos casos hay pacientes diagnosticados de cáncer que terminan por eliminar de la dieta alimentos imprescindibles para afrontar la enfermedad, hay otros que hacen todo lo contrario, añaden algunos alimentos, hierbas o suplementos que pueden ser perjudiciales o que, simplemente, incrementan el coste de la alimentación sin ninguna evidencia real de su eficacia. Recordad lo que dijimos en nuestro primer post sobre alimentación y cáncer: “No existe ningún ingrediente ni producto dietético que por sí solo cure el cáncer”.
Hoy trataremos en detalle este tema y sus mitos y realidades.
Muchas fuentes de información recomiendan el uso exclusivo de alimentos “naturales” o ecológicos a las personas que tienen cáncer. Las mismas fuentes aseguran que los alimentos convencionales, que pueden contener residuos de plaguicidas o antibióticos son los causantes de algún tipo de cáncer o perjudiciales durante el tratamiento. Esta información no fundamentada ha hecho aumentar mucho el número de personas diagnosticadas de cáncer que se decantan por comer exclusivamente alimentos ecológicos. Sin embargo, no siempre es fácil encontrarlos ni asumir su precio, lo que puede hacer que el paciente se preocupe más todavía.
Es cierto que los organismos reguladores nacionales e internacionales están constantemente revisando el uso de pesticidas, herbicidas y antibióticos en la producción de alimentos y su posible efecto sobre la salud. En la Unión Europea (UE) todos los alimentos están sujetos a estrictos requisitos de seguridad alimentaria. Las pruebas que se realizan deben demostrar, entre otros, que su aplicación no tendrá efectos secundarios negativos en los humanos, ya sea durante la utilización en granjas o a causa de los residuos que puedan quedar en el alimento.
Aunque algunos estudios indican que hay más concentración de algunos componentes como la vitamina C, los polifenoles o la fibra dietética en algunos productos producidos ecológicamente, hasta la fecha no se ha demostrado que los alimentos orgánicos sean significativamente más seguros o nutritivos que aquellos producidos de manera convencional.
Con respecto a los efectos que tiene comer alimentos ecológicos o convencionales sobre la prevención o el tratamiento del cáncer, los estudios demuestran que tampoco hay diferencias entre los unos y los otros.
Conclusión: Los consumidores pueden estar seguros de que tanto los alimentos ecológicos como los convencionales se pueden consumir de forma fiable como parte de una dieta saludable y equilibrada. Evidentemente, comer alimentos producidos de manera más sostenible, como la agricultura y la ganadería ecológicas, tiene un beneficio para la sostenibilidad del planeta, principalmente si, además de ecológicos, los productos son de proximidad.
La recomendación de consumir frutos rojos, tanto para prevenir como para curar el cáncer, está ampliamente extendida y es uno de los consejos más recurrentes cuando se habla de alimentación y prevención o tratamiento del cáncer. Los frutos rojos o frutas del bosque, son un grupo de frutos pequeños muy ricos en polifenoles, sustancias responsables de su color vivo, y con un elevado poder antioxidante.
Aunque FDA concluye que no existe suficiente evidencia científica que demuestre la efectividad de estos compuestos en el tratamiento y la prevención del cáncer, actualmente hay varias investigaciones con resultados muy prometedores. Algunas de las funciones que se les atribuyen, según estudios científicos realizados en el laboratorio, son su capacidad para bloquear selectivamente las proteínas presenciales que desarrollan el cáncer e interferir en la formación de nuevos vasos sanguíneos cerca de los tumores y en su progresión, su función antioxidante (captar radicales libres responsables del envejecimiento prematuro) y su capacidad para desencadenar mecanismos moleculares que inducen la apoptosis (muerte celular) de células tumorales. Por lo tanto, la evidencia indica que comer frutos rojos podría tener beneficios para la salud, aunque las investigaciones efectuadas hasta ahora solo han dado resultados a nivel de laboratorio.
Conclusión: Incluir frutos rojos en cantidades normales en la alimentación es totalmente seguro y beneficioso, pero el hecho de que se hayan demostrado algunos efectos sobre la salud no implica que puedan curar el cáncer si se consumen de forma habitual y/o excesiva, ni tampoco que sean los únicos frutos o alimentos con propiedades similares.
Algunas personas con cáncer incluyen en su dieta habitual las semillas de lino, después de haber oído o leído sobre sus posibles beneficios para combatir la enfermedad. Con un solo clic en la red se puede acceder a varias fuentes que afirman que comer semillas de lino puede prevenir y curar el cáncer, principalmente el de próstata, pulmón, colon, recto y mama.
La investigación científica sugiere que las semillas de lino pueden llegar a reducir el riesgo de cáncer a través de los lignanos, unos compuestos con capacidad fitoestrogénica presentes en este alimento, y también a través del ácido linolénico o ácidos grasos omega-3 que contienen. Aunque los resultados en animales son optimistas, los estudios en humanos son muy limitados y, de momento, no existe suficiente evidencia científica para recomendar las semillas como protectoras ante el cáncer o como terapia durante el tratamiento.
Conclusión: Aunque los posibles efectos beneficiosos del consumo de semillas de lino sobre el tratamiento o la prevención del cáncer no están demostrados, el consumo moderado (de una a tres cucharadas al día) presenta beneficios sobre el sistema vascular. Así pues, ingerirlas dentro de una alimentación equilibrada es totalmente opcional y no una recomendación médica.
El uso de suplementos alimenticios y el seguimiento de dietas alternativas descritas como anticancerígenas están muy extendidos entre las personas afectadas de cáncer. Además, la mayoría de veces este tipo de terapias complementarias no han sido prescritas por ningún especialista. Por lo tanto, representan una elección del propio paciente sin que se conozca si realmente son útiles, peligrosas o simplemente ineficaces.
A pesar de la investigación creciente sobre el uso de suplementos en oncología realizada los últimos años, hasta la fecha se han probado pocos beneficios en ensayos clínicos. Existen muchos suplementos en el mercado y su composición y calidad pueden variar enormemente de unos a otros.
Muchos de estos productos son inofensivos y seguros, pero otros pueden causar efectos secundarios graves y nocivos, porque en algunos casos podrían interactuar o interferir en los tratamientos que se estén recibiendo, y reducir su eficacia u acción. En cuanto a las dietas alternativas o dietas anticancerígenas, los resultados de un estudio publicado en 2014 en la revista Anticancer Research, concluyeron que algunas no solo no contribuyen a la mejora del pronóstico del cáncer, sino que pueden comprometer el estado nutricional de los pacientes.
Por ejemplo, la dieta cetogénica (basada en la reducción de carbohidratos y de aportación calórica, con ingesta de proteínas y omega-3) se relacionó con déficit de vitaminas, pérdida de hambre, estreñimiento, hipoglucemia, acidosis metabólica y sedación. La dieta macrobiótica y la dieta vegana se relacionaron con pérdida de peso y déficit de vitamina B12, calcio y hierro, anemia y déficit proteico. En el caso de la dieta alcalina, basada en la elección de unos alimentos u otros en función de su supuesta capacidad para hacer variar el pH de la sangre, la revisión no encontró ningún dato clínico publicado sobre el efecto que tendría en pacientes tratados por cáncer. Hay que tener en cuenta que este tipo de dieta excluye ciertos alimentos, lo que puede interferir en el equilibrio nutricional.
Conclusión: Una dieta suficiente y equilibrada proporcionará las cantidades adecuadas de vitaminas, minerales y antioxidantes que el cuerpo necesita. Así pues, no se recomienda tomar ningún suplemento o complemento (vitaminas, minerales, hierbas, aceites esenciales o de cualquier otro tipo) sin consultarlo previamente con el especialista que lleve el tratamiento, puesto que será este el que prescribirá el suplemento más indicado en caso de que lo crea conveniente. Un estado nutricional adecuado es básico para poder hacer frente a la enfermedad y a los diferentes tratamientos, así que es muy importante no seguir ningún tipo de dieta alternativa que no haya sido prescrita por un dietista-nutricionista o por el equipo de oncólogos que conoce el caso de cada paciente.
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marzo 15, 2018
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