Durante los últimos años se han desarrollado numerosos estudios sobre la microbiota y la necesidad de cuidar a estos pequeños microorganismos que se encuentran en nuestro intestino.
Muchos de estos estudios relacionan la micobiota con otras enfermedades que aparentemente no guardan relación pero que se ha comprobado que afecta notablemente a el estado general de nuestra salud.
La Dra Cristina Garrido, médico de familia de HC Marbella nos explica qué es la microbiota y con qué enfermedades se relaciona.
Son los microorganismos vivos, las bacterias “buenas y malas” que habitan en el intestino.
El microbiota es diferente para cada individuo, se hereda de la madre cuando nacemos, pero hay muchos factores que pueden modificarla como la dieta, el ejercicio, el sueño, el estrés, la convivencia con mascotas, las infecciones y el uso de antibióticos. En la edad adulta se va haciendo más estable y es más difícil modificarla.
Cada vez disponemos de más evidencia de lo importante que es la microbiota para el buen funcionamiento del organismo. Uno de los múltiples beneficios que nos aportan nuestras bacterias intestinales es la síntesis de vitaminas como la B12, ácido fólico, biotina o la Vitamina K.
Se conoce como disbiosis a la alteración del equilibrio entre bacterias beneficiosas y perjudiciales.
Síndrome del Intestino Irritable,
Es un trastorno crónico frecuente que afecta al intestino grueso. Cursa con dolor e hinchazón abdominal, gases y alternancia de diarrea y estreñimiento. Entre los mecanismos responsables de estos síntomas se incluye una alteración de la microbiota e inflamación del intestino.
Esclerosis Múltiple
Las bacterias intestinales pueden influir en el curso de enfermedades neurológicas como la Esclerosis Múltiple al producir productos tóxicos para el cerebro produciendo fenómenos de neuroinflamación. El reto en investigación para poder buscar utilidad a este hallazgo es identificar poblaciones bacterianas asociadas a Esclerosis Múltiple para desarrollar una estrategia terapeútica o preventiva dirigida.
Enfermedad de Parkinson
Es el segundo trastorno neurodegenerativo más común después de la enfermedad de Alzheimer. Muchos estudios han informado que alteraciones significativas de la microbiota intestinal pueden estar relacionadas con la enfermedad de Parkinson, de hecho en algunos pacientes los síntomas gastrointestinales son los primeros en aparecer. Se han visto alteraciones de la microbiota y disminución de ácido butírico, en estos pacientes. El ácido butírico tiene un papel beneficioso para nuestro organismo. Es producido en el intestino por la fermentación de la fibra alimentaria por parte de las bacterias intestinales y regula la respuesta inflamatoria. Una combinación de microbiota proinflamatoria y la activación del sistema inmune intestinal exagerada parece ser el mecanismo subyacente de la inflamación intestinal en la enfermedad de Parkinson. La microbiota intestinal disbiótica o alterada es un desencadenante de la neuroinflamación sostenida que puede iniciar la enfermedad de Parkinson.
Infección COVID19
Aunque hacen falta más estudios que confirmen la influencia de nuestra microbiota en la respuesta a la COVID19, los datos disponibles hasta el momento apuntan a una posible relación entre disbiosis y respuesta inflamatoria intensa en infección COVID19. Las bacterias intestinales pueden afectar a la inmunidad de los pulmones. Por este motivo se ha convertido en una práctica habitual suplementar durante semanas con probióticos y vitamina D en el periodo de recuperación postCOVID.
Además, al hablar sobre relación entre COVID19 y microbiota debemos tener presente que la nueva situación generada tras la pandemia con medidas de aislamiento social, uso de mascarilla y las estrictas medidas de higiene como el lavado continuo de manos, aunque imprescindibles para frenar los contagios del virus, podrían influir negativamente en un futuro en la diversidad de nuestra microbiota y tener impacto en nuestra salud.
Enfermedades autoinmunes:
las bacterias intestinales educan a nuestro sistema inmunitario, y parece que nos ayudan a protegernos contra las enfermedades autoinmunes
Enfermedades como la Diabetes tipo 2, la obesidad, la hipertensión o la enfermedad coronaria se relacionan también con una importante disbiosis intestinal.
Actualmente se estudia su posible relación con Trastornos del Espectro Autista. Los niños con Trastornos del Espectro Autista presentan una microbiota diferente con pérdida de las bacterias beneficiosas y predominio de bacterias tipo clostridium o bacteroidetes. Esto podría favorecer las alteraciones de comportamiento y lenguaje y los síntomas digestivos que presentan.
- Alimentación que favorezca el crecimiento de microorganismos intestinales beneficiosos: dieta rica en fibra, fruta, verduras, hortalizas, champiñones
- Limitar el consumo de alcohol y tabaco
- Gestión del estrés, el estrés mantenido modifica la microbiota alterando la permeabilidad o filtro del intestino para sustancias dañinas que pasan a la sangre.
Las bacterias intestinales participan en la producción intestinal de serotonina, la hormona de la felicidad. De hecho el 90% de la serotonina se fabrica en el intestino. La microbiota también está relacionada con la producción de GABA, dopamina y melatonina, neurotransmisores que envían al cerebro señales de calma y serenidad.- Ejercicio¸ cuanto mayor es el nivel de actividad física, mejor es la diversidad y composición bacteriana del intestino.
- Autocuidado y buenas relaciones sociales
El ácido butírico se forma en el colon por parte de las bacterias intestinales tras la fermentación de alimentos que ingerimos ricos en almidón y fibra.
Los alimentos que lo contienen son principalmente: cereales integrales, semillas como el lino, legumbres, tubérculos como la patata o el nabo, lácteos de cabra u oveja.
A esta sustancia se le han reconocido efectos muy beneficiosos para nuestra salud: disminuye la inflamación de la mucosa del colon, protege el intestino de bacterias perjudiciales, afecta también a nuestro metabolismo, ejerciendo influencia en la pérdida de peso.
En el campo de la neurología cada vez hay más evidencia de su efecto protector de las neuronas, además de aportar energía a estas células por lo que podría ejercer un papel protector para la memoria.
Son suplementos a base de microorganismos vivos que mejoran la microbiota.
Muchos de los fracasos de tratamiento con probióticos ocurren por no utilizar el adecuado.
Debemos elegir el probiótico teniendo en cuenta las características del paciente y los síntomas que se desean tratar. No todos los probióticos sirven para todo. De hecho un mismo probiótico podría tener efecto beneficioso o perjudicial dependiendo del paciente.
Se utilizan por ejemplo para mejorar los síntomas del Síndrome de Intestino Irritable (dolor, hinchazón abdominal…) durante 4-12 semanas en función de la evolución del paciente.
Son suplementos o alimentos con alto contenido en fibra que actúan como nutrientes o alimento de la microbiota.
Se utilizan con el objetivo de mejorar el equilibrio de los micoorganismos intestinales.
Son muy utilizados en estreñimiento crónico ya que mejoran la frecuencia defecatoria y la microbiota.
El objetivo debe ser mejorar la calidad del intestino en vez de restringir alimentos.
Las dietas restrictivas estrictas mejoran los síntomas en cualquier paciente pero a largo plazo pueden producir problemas de estados carenciales con déficit vitamínicos que debemos suplementar. Están indicadas en pacientes con intolerancias diagnosticadas o cuando existe una disbiosis o desequilibrio en la microbiota, en estos casos se pauta durante unos meses pero no de forma crónica y siempre bajo supervisión médica.
Un ejemplo de dieta restrictiva sería la dieta FODMAP que limita la ingesta de hidratos de carbono fermentables como la fructosa, lactosa, fructanos, galactanos (legumbres) y polioles. Limita también la ingesta de gluten y fibra. Estos hidratos de carbono sobrealimentan a las bacterias de la microbiota intestinal que los fermentan. Cuando esto sucede pueden producirse molestias como diarrea, estreñimiento, gases, hinchazón y dolor abdominal.
El ayuno mejora también el estado de nuestra microbiota al mantener en reposo a las bacterias intestinales, pero no debe prolongarse más de 12-16 horas y no está recomendado en cualquier persona, ya que puede tener efectos perjudiciales según las características del paciente. Podría suponer un riesgo por ejemplo para un paciente diabético.
La microbiota tiene una importante repercusión en nuestro organismo, influyendo en el desarrollo y evolución de diversas enfermedades.
Existe la posibilidad de modificar nuestras bacterias intestinales adquiriendo hábitos saludables.
El reto en medicina es personalizar la nutrición, conocer la microbiota de cada persona y pautar una dieta adecuada a las características del paciente.
La mejora de la salud digestiva es una inversión a corto, medio y largo plazo en nuestro estado general de salud.
Dra. Cristina Garrido
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
abril 13, 2022
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