Los desencadenantes de las alergias respiratorias son sustancias que se hallan en el aire. Pueden ser alérgenos perennes (que producirán síntomas durante todo el año) o alérgenos estacionales (produciendo síntomas, en su mayoría, durante la primavera).
 
Algunos de estos alérgenos son: ácaros del polvo doméstico, hongos de la humedad, diferentes tipos de pólenes (olivo, gramíneas, ciprés, parietaria…), animales…, etc.
 
Para determinar el alérgeno causante de los síntomas, es necesario acudir a un especialista que a través de distintas pruebas determinará a cuáles son los implicados en la reacción.

Prick-test con neumoalergenos: exponiendo la piel del paciente a diferentes alérgenos para observar cual o cuales desencadenan los síntomas.
 
Diagnóstico molecular: mediante la extracción de una pequeña muestra de sangre.
 
Espirometría forzada y otras pruebas respiratorias: permiten medir la función pulmonar y establecer el diagnostico de asma.

Una vez identificado el problema, existen diferentes formas de afrontar el control de síntomas, tanto a corto plazo como a largo plazo.
 
Entre las distintas opciones de tratamiento, tenemos: los antihistamínicos, los corticoides nasales, colirios, diferentes tipos de inhaladores, fármacos bilógicos y la inmunoterapia (vacuna) frente a los alérgenos responsables.