El cáncer cutáneo está incrementando su incidencia de manera significativa. Podemos dividir el cáncer cutáneo:
Actualmente el cáncer cutáneo no melanoma es el cáncer más frecuente en la raza blanca. Las formas más frecuentes de cáncer cutáneo no melanoma: son el carcinoma basocelular (80% de los casos), y el carcinoma epidermoide (20% de los casos). El principal tratamiento de estos tumores es quirúrgico y ha de tener objetivos terapéuticos, pero también cosméticos. Su diagnóstico precoz facilita enormemente alcanzar estos dos objetivos.
El melanoma es la causa más frecuente de mortalidad por cáncer de piel pues supone un 80% de las muertes por cáncer cutáneo. La detección temprana del melanoma y su correcto tratamiento en estadios iniciales es esencial para la curación del melanoma y puede llegar a una supervivencia del 100% si se realiza a tiempo.
Ambos tipos de cáncer de piel se relacionan con la exposición a la luz solar. Es importante limitar la exposición solar directa al sol, evitando las horas centrales del día en lo posible, y procurando aplicarse (de forma adecuada) cremas de protección solar, así como usar prendas de ropa adecuadas, gorras y gafas de sol. Esto es especialmente importante en los niños.
1.- Radiación ultravioleta: El aumento de la incidencia del cáncer cutáneo se relaciona con la exposición solar, sobre todo con las quemaduras en la infancia y la adolescencia. El daño solar en estas edades tempranas inicia la carcinogénesis que dará lugar al desarrollo del cáncer de piel años más tarde.
2.- Inmunosupresión: La inmunosupresión bien por medicaciones, por infección HIV o enfermedad sistémica se asocia a un aumento de cáncer de piel.
3.- Cicatrices: Está bien descrito el desarrollo de cáncer cutáneo en áreas cicatriciales.
4.- Lesiones precancerosas como las queratosis actínicas (como lesiones amarillentas cubiertas por una fina escama).
5.- Personas con un número elevado de lunares o nevus atípicos.
6.- Presencia de nevus o lunares atípicos en pacientes con antecedentes familiares de melanoma.
7.- Historia previa de melanoma: un paciente que esté afecto de melanoma, tiene mayor riesgo de desarrollar un segundo melanoma.
8.- Historia familiar de melanoma.
9.- Pieles claras, que apenas se broncean y sí se queman con facilidad.
10. Lunares que sufren cambios de color, forma o tamaño, o un lunar de aparición reciente o crecimiento rápido en un adulto.
11. Costras que no curan durante meses y sangran con el roce.
“Bultos”, “manchas” o “lunares” de nueva aparición, o bien otros de larga evolución, que crecen o cambian de forma o tamaño.
“Heridas” que no terminan de cicatrizar.
“Manchas” diferentes al resto.
Respecto al melanoma (“cáncer de piel relacionado con los lunares”), una regla fácil y de gran utilidad práctica sería la regla del “A-B-C-D-E” (debemos consultar ante un lunar Asimétrico, con Bordes irregulares, varios Colores, Diámetro mayor de la goma de un lapicero (unos 6mm) así como si hay Evolución (cambio en el tiempo). También es de utlidad el “signo del patito feo” (que refiere un especial cuidado cuando un lunar es muy diferente al resto).
De ahí la importancia de revisarse la piel, y, ante la duda, el dermatólogo debe ser siempre el especialista a quien consultar al respecto. Gracias al uso de técnicas como la dermatoscopia, o la realización de biopsia si fuese necesario, se obtendrá un diagnóstico oportuno.
En la mayoría de casos de cáncer de piel, un diagnóstico precoz facilitará un mejor pronóstico una mayor probabilidad de obtener un tratamiento completamente curativo.
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