Diagnóstico
 
A menudo los pacientes realizan un peregrinaje de visitas médicas y pruebas diagnósticas hasta tener el diagnóstico confirmado.

El proceso diagnóstico es complejo y se basa en tres pilares:

1. Historia clínica
2. Exploración del paciente
3. Exclusión de otras patologías (sobre todo reumatológicas)

Tratamiento
 
Actualmente no existe un tratamiento curativo. El objetivo es mejorar los síntomas ya que, aunque la enfermedad no produce secuelas físicas ni tiene impacto en la supervivencia, si que influye de forma importante en la calidad de vida del paciente.

1. Analgésicos y relajantes musculares, siempre bajo prescripción médica y durante cortos periodos.
2. Antidepresivos, aumentan los niveles de serotonina y mejoran tanto los síntomas físicos como psíquicos.
3. Ejercicio diario, Fisioterapia

 

Recomendaciones para pacientes

1. Aceptar el dolor como parte de la enfermedad y conocer los posibles desencadenantes.
2. Gestión adecuada de las emociones y el estrés. Las situaciones estresantes pueden desencadenar crisis de la enfermedad y disminuyen el umbral del dolor.
3. Hacer ejercicio diario. Se trata de uno de los aspectos terapeúticos más importantes. Durante el ejercicio se liberan endorfinas que mejoran la calidad del sueño y disminuyen el dolor y los síntomas de ansiedad y depresión. Lo más indicado es el ejercicio aeróbico que incrementa la frecuencia cardiaca y el consumo de oxígeno (caminar, correr, bailar, montar en bicicleta…). Al principio es posible que el dolor se incremente pero irá disminuyendo progresivamente.
4. Evitar fatiga extrema con actividades extenuantes
5. Plantear objetivos realistas de control de la enfermedad
6. Utilizar medicamentos de forma prudente y siempre bajo supervisión médica, esto le ayudará a tomar el fármaco más indicado en su caso y a evitar efectos secundarios indeseados.