¿No resulta muy triste que algo tan importante y placentero para hombres y mujeres pueda convertirse por diversos motivos en fuente constante de conflictos? Uno de ellos es la Educación Sexual.
No hay debate social, televisivo, radiofónico, o coloquial sobre cualquier asunto relacionado con el sexo (uso del preservativo, impotencia, píldora del día después, aborto, pedofilia) que no acabe haciendo referencia a la necesidad de la educación sexual. Una persona “educada” sabe respetar a los demás, tiene solidaridad y reconoce su dignidad y la de los demás.
La sexualidad está ahí. No se la puede ignorar, despreciar o marginar. Vivir la sexualidad de forma enriquecedora y feliz requiere conocer sus claves, aceptar sus dimensiones y la vivencia positiva de las emociones que conlleva.
La educación sexual sigue siendo la asignatura pendiente de nuestro sistema educativo. Como materia no está integrada de modo formal en el sistema curricular y, sin embargo, cada vez es más necesario difundir conocimientos que logren cambiar la tendencia creciente de embarazos no deseados en adolescentes, las enfermedades de transmisión de ciertas actitudes sexistas que se han convertido en auténticas lacras sociales: la violencia sobre las mujeres y la violencia sexual. Para acabar con ellas “es esencial procurar una buena educación sexual, que hay que abordar de la manera más aséptica, sin condicionantes ideológicos de ningún tipo”, explican desde Federación Estatal de Planificación Familiar.
La Unesco lo advirtió hace ocho años en una guía sobre la sexualidad juvenil: «La educación sexual es tan importante como las matemáticas».
Según la opinión mayoritaria de los expertos, los adolescentes cuentan hoy con menos información, y de menor calidad acerca de las enfermedades de transmisión sexual y de los diversos métodos anticonceptivos que existen, tanto porque han disminuido las campañas generales en los medios de comunicación públicos como porque se han limitado los recursos para llevar a cabo campañas o talleres de educación sexual en las escuelas.
A pesar de la escasa educación sexual que se imparte en España, las jóvenes de nuestro país creen conocer todo acerca de sexualidad y aseguran saber al dedillo todos los métodos anticonceptivos que existen. Sin embargo, por mucha modernidad que nos invada y por mucho 2017 en el que vivamos, una de cada cinco jóvenes millenial de nuestro país -las nacidas en la décadas de los 80 y los 90– no utilizan ningún método anticonceptivo. Ni siquiera la píldora ni el preservativo, que son los más conocidos entre ellas.
“Entre las menores de 15 años, los embarazos no deseados se han multiplicado por cuatro en los últimos diez años”, asegura el presidente de la Federación Española de Contracepción, Ezequiel Pérez Campos, que achaca este incremento al bombardeo de imágenes sobre sexo al que se ven sometidos los más jóvenes, en las que se insiste en las relaciones coitales. Muchos de estos embarazos terminan en aborto.
Según los expertos, la edad más apropiada para ser madre es entre los 20 y los 35 años, ya que el riesgo para la salud de la madre y el niño es mucho menor. El embarazo en la adolescencia se considera de alto riesgo y conlleva más complicaciones. La adolescente no está preparada ni física ni mentalmente para tener un bebé y asumir la responsabilidad de la maternidad.
Además, la maternidad precoz tiene un «fuerte impacto» en la vida futura de las mujeres, tanto en su trayectoria educativa como en su acceso al mercado laboral
Por todo ello, es primordial promover una sexualidad responsable desde todos los ámbitos, comenzando por la familia, pasando por la escuela, y como no, con el apoyo y colaboración de los profesionales sanitarios
En HC Marbella compartimos esa responsabilidad.
Nuestro equipo de Ginecología resolverá con total confidencialidad todas aquellas dudas relacionadas con los aspectos sanitarios de la sexualidad: métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, vacunación del HPV, etc.
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